EL MIEDO Y EL DOLOR

Claudia Guggiana Sanchez • 7 de enero de 2020

ARTÍCULO PUBLICADO EN LA REVISTA VERDEMENTE EN DICIEMBRE DE 2012

¿Vencemos a los miedos o los disfrazamos con múltiples caras para no verlos, para disimular?

Quien dice que ha vencido a los miedos, no admite la verdad. Los miedos no pueden vencerse. Los miedos han de ser comprendidos. Cada vez que un miedo surge, una puerta a lo real se está abriendo en nosotros. Esa puerta es una abertura hacia una dimensión desconocida y sin explorar de nosotros que hemos de transitar. Cada tránsito es único y sólo pertenece a aquel que lo ha de recorrer. Por tanto el miedo no es algo superable de modo general sino que ha de ser explorado y comprendido en cada caso que se presenta.

Los miedos forman parte del ser humano y acaso, ¿el ser humano es algo que ha de ser vencido?
Corremos un tupido velo cuando sufrimos y no queremos permanecer en ese estado demasiado tiempo. Pensamos que permanecer en él es destructivo. Nuestra mente construye todo tipo de alternativas para sacarnos de ese atolladero y vencer la circunstancia que nos ha traído hasta ese reducto de infelicidad y desconsuelo. Tenemos miedo del dolor, lo vemos como algo a superar, algo a vencer, algo a esquivar. Podemos pasarnos la vida huyendo del dolor que es en realidad huir de la vida y de nosotros. ¿Acaso podemos hacer eso, huir de nosotros? Parece algo contradictorio y difícil de lograr.

Ni el ser humano ha de ser vencido ni podemos huir de nosotros mismos. Sólo nos queda reconocer y darnos cuenta al fin, de que esos argumentos son erróneos, esos escapes o esas salidas que construimos no son salidas en realidad sino malos enfoques, malos entendidos, visiones erróneas de un paisaje que no conocemos: nosotros mismos, nosotros como seres humanos.
Darnos cuenta de esta realidad ya es un paso importante. Ahora hemos de seguir adelante y hemos de profundizar dentro de este manantial de información, de esta dimensión desconocida que somos, a fin de comprender qué son en realidad esos sufrimientos de los que huimos, de los que tenemos miedo.

Si el miedo y el sufrimiento forman parte de la naturaleza humana, no se puede huir de ellos. Por tanto hemos de concluir que tal vez no estamos comprendiendo el mecanismo de la vida, no comprendemos como funcionamos, no hemos comprendido nuestra raíz, nuestra esencia.

El dolor, la adversidad y el miedo, no son situaciones que nos han de resultar ajenas, de las que hemos de huir. Son situaciones que hemos de comprender qué significan en cada momento de nuestra vida que se presentan. No son situaciones a superar de un modo definitivo, son situaciones a vislumbrar su sentido profundo cada vez que suceden. Y hemos de comprender que son puertas hacia nosotros, puertas que nos ayudan a profundizar y a comprendernos; son eslabones importantes que necesitamos para llegar a nuestra esencia, a la fuente que nos ha unido, a la fuente que nos ha creado y que nos ha traído hasta donde estamos parados.

Nos confundimos terriblemente con el sufrimiento y nos creemos eso al igual que nos confundimos con el dolor y nos creemos eso. Pero eso es sólo un gran símbolo. Detrás de ese dolor aparente y de ese miedo se encuentra el mensaje que hemos de hallar y ese camino es algo que hemos de recorrer cada cual.
Cojamos un miedo, cualquiera que tengamos olvidado y guardado. Mirémoslo real y profundamente y no huyamos, no hagamos conjeturas, no nos paralicemos por él; simplemente hagámonos amigos de él . Es en ese instante cuando estaremos en condiciones de comenzar a conocernos, a vernos que es en realidad el sentido que ese acertijo de la vida nos está trayendo. 

Vislumbrar el acertijo no es fácil; hemos de permanecer el tiempo suficiente en la indagación de ese temor o de ese sufrimiento, como para poder extraer algún resultado.

¿Y cuál es el resultado que obtendremos? ¿Cómo sabemos que estamos sintonizando con esa verdad profunda que se encuentra detrás de esa apariencia cruel de la realidad? Porque avistaremos algo de nosotros, una sustancia última que nos trae una noticia de algo que no conocíamos previamente, algo que nos ayuda, que nos impulsa, que nos da aliento, que no separa, que no juzga, que no se duele. Llegaremos a una verdad profunda de nosotros que no admite desmentidos, es una gran claridad. Se produce un proceso de descubrimiento, de darse cuenta de algo único, imperceptible anteriormente, que nos devuelve la paz, la claridad y nos libera del sufrimiento, de las ataduras, de los rencores, del dolor. Nos distancia de él para darnos la mano, para que transitemos en un sentido claro y limpio, en un nuevo sendero .

Hemos de darnos la oportunidad de vislumbrar esta dimensión. No nos quedemos con la anécdota. No huyamos a la primera de cambio, no nos espantemos de lo que somos, de lo que albergamos en nuestro interior. El dolor y el miedo están dentro de nosotros, forman parte de la vida, no podemos separarnos de ellos. Hasta ahora hemos huido y sólo nos hemos cobijado circunstancialmente y consolado temporalmente. Esto nos da la pauta de que no estamos divisando este panorama de un modo real, pues todo lo que es real ataca desde el fondo y desde dentro, y ya no se duele con la adversidad sino que simplemente cambia su color, cambia su estado y sigue inmutable y permanente. Así hemos de obrar, así hemos de ver todo lo que albergamos. No nos espantemos de nosotros. Hemos de comprendernos de un modo nuevo. Eso es todo.
Claudia Guggiana 

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Hoy día, no se habla de profundidades, no está de moda, parece que hemos de ocultarnos y avergonzarnos, parece que no hemos de tener sentimientos, solo razones. Prima la necesidad de estabilidad, cuando la realidad es inestable; prima la necesidad de paz, cuando en realidad el ser humano está lleno de guerras internas. Es una falacia pensar que, en medio de este tumulto, podemos solucionar las cosas desde una perspectiva de generalidad, de globalidad. No se puede conocer el alcance real del problema del mundo, pero sí podemos conocer el alcance real de nuestros problemas, de nuestras oscuridades. Haciendo claridad dentro de cada uno, podremos construir en verdad claridad en el exterior. Todo cambio trae consigo confusión, pero a veces allí radica la clave. Solo construyendo en la verdad podremos continuar; si seguimos construyendo sobre falacia y mentira, la mentira se perpetuará y los movimientos para que la verdad aflore, serán cada vez más profundos y cada vez más radicales. Hemos de conciliarnos con nosotros en primer lugar, para poder comprender el sentido de la conciliación global. Todo está dentro de cada uno. La verdad se halla en lo más profundo. No hemos de olvidarnos de que, ante todo, somos individuos.
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"Los cambios nos traen regalos. Los cambios nos anuncian algo que hemos de descubrir. Los cambios nos abren a nuevas perspectivas que hemos de aprender a dilucidar su sentido. La vida, con sus cambios permanentes, nos impulsa en la dirección que precisamos; solo hemos de observar y observarnos a través de ellos, pues allí radica la clave de nuestro aprendizaje, de nuestra liberación, de nuestra felicidad al fin. Ella está en nuestra mano, pero no lo sabemos porque no comprendemos cómo leer en su idioma. La felicidad tiene un lenguaje propio. La felicidad está presente permanentemente en nuestra vida, aún en los tiempos más adversos. Sin embargo, su color especial hace que sea muy difícil para nosotros encontrarlo, en nuestra lectura actual de los hechos. Es decir, nuestra psiquis y nuestra cultura no nos han enseñado a leer correctamente las circunstancias, y parece que todo es repetitivo, y parece que todo siempre ha de estar igual, y parece que las circunstancias nos son adversas. No existe tal adversidad; solo existe en nosotros un deseo de permanencia erróneo, en un lugar inhóspito que no comprendemos su sentido real... " Claudia Guggiana. Ejercicios para el reencuentro. 2013 Eternity Ediciones.
Por Claudia Guggiana Sanchez 2 de abril de 2020
Cuando percibimos que algo nos falta, deseamos obtenerlo. Siempre que nos situamos en el campo de la necesidad , tarde o temprano concluiremos en el desequilibrio . Es preciso situarse en la observación de TODO EL PROCESO QUE NOS CONDUCE A PENSAR QUE ALGO NOS FALTA. ESTO QUE NOS FALTA SE LLAMA "entendimiento profundo" . Hemos de ARMAR NUESTRO ROMPECABEZAS UTILIZANDO LAS PIEZAS CLAVE DE NUESTRO PANORAMA VITAL: personas, acontecimientos, todo lo que nos duele, nos molesta, nos perjudica, nos confunde, no nos hace felices. Intentemos situarnos dentro de ese campo. ¿Dónde estamos nosotros? Cuando lo veamos, podremos comenzar a percibir aspectos, situaciones, palabras, gestos que, en realidad, están conformando ese entramado en el que estamos situados. En ese hallazgo hay perfección, nada falta, nada sobra. La lucha de opuestos siempre está presente en la mente . Cuando ella calla, podemos emprender el camino de retorno. Nada es lo que parece . Claudia Guggiana. Juego del autoconocimiento. Eternity Ediciones 2017
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