El poder de una mente consciente de sí misma

Claudia Guggiana Sanchez • 27 de enero de 2020

Citando a krishnamurti

Podéis saber, por ejemplo, que existe la reencarnación, que hay continuidad después de la muerte. Puede que lo sepáis; no digo que lo sabéis; o puede que estéis convencidos de ello. Pero eso no resuelve el problema. A la muerte no le podéis dar de lado con vuestra teoría o información, o con vuestras convicciones. Es mucho más misteriosa, muchas más profunda, mucho más creadora que todo eso.

Hay que tener capacidad para investigar todas esas cosas de un modo nuevo; porque es solo mediante la experiencia directa como se resuelven nuestros problemas y para tener experiencia directa ha de haber sencillez, lo cual significa que tiene que haber sensibilidad. 

El peso del saber embota la mente. También la embotan el pasado y el futuro. Solo una mente capaz de adaptarse continuamente al presente, de instante en instante, puede hacer frente a las poderosas influencias y presiones que ejerce constantemente sobre nosotros todo lo que nos rodea.

Por eso el hombre religioso no es, en realidad, el que viste una túnica o unos andrajos, el que come tan solo una vez al día, o el que ha hecho innumerables votos de ser esto y de no ser aquello, sino aquél que es interiormente sencillo, aquél que no está transformándose en algo.

Una mente así es capaz de una extraordinaria receptividad, porque no tiene barreras, no tiene miedo, no va en pos de nada y es, por lo tanto, capaz de recibir la gracia, de recibir a Dios, la verdad o como os plazca llamarlo. Pero la mente que persigue la verdad no es una mente sencilla. La mente que busca, que escudriña, que anda a tientas, agitada, no es una mente sencilla. La mente que se ajusta a cualquier norma de autoridad interna o externa, no puede ser sensible. Y solo cuando la mente es de veras sensible, cuando está alerta y es consciente de todo lo que en sí misma ocurre, de sus propias respuestas, de sus pensamientos, cuando ya ha cesado en su devenir, cuando ya no se forja a sí misma para ser algo, solo entonces es capaz de recibir aquello que es la verdad, solo entonces puede haber felicidad; porque la felicidad no es un fin, es la expresión de la realidad.

Cuando la mente y el corazón se han vuelto sencillos y por lo tanto sensibles- no mediante alguna forma de coacción, de dirección o de imposición- entonces veremos que es posible abordar nuestros problemas de manera muy sencilla. Por complejos que sean, podemos abordarlos de un modo nuevo y verlos de forma diferente. Y eso es lo que se necesita actualmente: gente capaz de hacer frente a esta confusión externa, a esta barahúnda y antagonismo de un modo nuevo, creativo y sencillo, no con teorías ni con fórmulas, sean de la izquierda o de la derecha. Y no podéis hacer frente a esto de un modo nuevo si no sois sencillos.

Un problema solo puede ser resuelto cuando lo abordamos de un modo nuevo, pero no podemos abordarlo de un modo nuevo si pensamos en función de una u otra norma de pensamiento, religioso, político o de otra índole. Por consiguiente, para ser sencillo hemos de liberarnos de todas esas cosas. Por eso es tan importante darnos cuenta, ser capaces de comprender el proceso de nuestro propio pensar, conocernos a nosotros mismos de una manera completa. A partir de aquí surge una sencillez, una humildad que no es virtud ni disciplina. La humildad que se consigue deja de ser humildad. Una mente que se vuelve humilde ya no es humilde. Solo cuando se tiene humildad- no una humildad cultivada- puede uno hacer frente a las cosas apremiantes de la vida; porque entonces no es uno mismo lo importante, no mira uno a través de las propias presiones y del sentido de la propia importancia. Uno observa el problema tal cual es y entonces puede resolverlo.

Krishnamurti. La libertad Primera y Última. Editorial Kairós. Novena Edición. Año 2007. Primer Edición 1958. 

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Por Claudia Guggiana Sanchez 7 de noviembre de 2024
Solo mirando en nuestro interior, podremos hallar el sentido que no vemos a nuestra realidad. La verdad se esconde detrás de los detalles minúsculos, detrás de lo que sentimos. Debemos tirar de esa cuerda. Es aleccionadora, pues si la seguimos y logramos plasmarla en nuestro mundo material, recibiremos luz, que es conocimiento que nos impulsará y, lejos de sentirnos perdidos o solos, obtendremos el ímpetu necesario para seguir avanzando. Cuando no obramos según es nuestra naturaleza, no conectamos con ella y esa desconexión no solo nos aleja de lo real, sino que además nos coloca una especie de venda en los ojos que nos impide ver cada vez más, despojándonos de certezas y vitalidad, fundamentales para vivir. No busquemos en los demás ni en nada externo las respuestas. Recojamos nuestros propios frutos, viéndonos en cada gesto, en cada palabra. Las claves las hallaremos en silencio con nosotros mismos, siendo honestos, adjudicándonos el papel que ciertamente interpretamos y no distanciándonos de él, haciendo de cuentas que no es importante. Existen dimensiones que no vemos donde todo se queda registrado y eso está operando constantemente, atrayendo hacia nosotros aquello que necesitamos para nacer a la luz.
Por Claudia Guggiana 9 de octubre de 2024
La confusión reina en la mente que pretende controlarlo todo. Algo que está desconectado de lo real no puede conducir ni gobernar. Es necesario hallar detrás de lo aparente, un reducto de paz. Lo aprendido, a veces, dificulta la visión real. Es necesario soltarse de los apegos y vivir siendo fieles al sentir propio, sin traiciones ni deslealtades, para poder seguir construyendo. De lo contrario, lo que hacemos se pierde, no se sustenta, y nosotros no hallamos la fuerza necesaria para seguir avanzando.
Por Claudia Guggiana 2 de octubre de 2024
A veces, juzgamos excesivamente a los demás, sin darnos cuenta de que todos estamos involucrados en los mismos acertijos vitales por descubrir. No es importante evaluar los hechos de un modo impersonal. Lo que existe fuera nos habla. El mensaje esclarecedor no procede de juzgar sino de comprender. En la comprensión dejamos de colocarnos frente al hecho juzgado para situarnos al lado, a la par. En esa postura, tarde o temprano, llegará el mensaje que tiene para nosotros aquello que nos llama la atención. Lograr vernos en la realidad que nos habla ha de ser nuestro principal objetivo.
Por Claudia Guggiana Sanchez 27 de septiembre de 2024
La sinrazón se apodera del individuo cuando no halla el sentido verdadero en el camino que transita. El verdadero sentido nace en el perdón, en la aceptación, en el dar incondicional. Solo aceptando las circunstancias que llegan de la mano de la vida y hallando significados que trasciendan lo anecdótico y nos acerquen desde la paz a nosotros, podremos continuar construyendo.
Por Claudia Guggiana 23 de septiembre de 2024
El ser humano contiene dentro de sí las respuestas que necesita. Sin embargo, vive en una especie de parcela individual siguiendo la corriente mayoritaria, sin atender a los impulsos internos que siente y que lo impulsan hacia la dirección acertada. Es necesaria una toma de conciencia de ese lenguaje especial que alberga e investigarlo a fin de no perder el hilo conductor que ha de seguir, si quiere comprender su realidad adecuadamente. No debe desperdiciar su tiempo ni perderse de vista. Ha de ser fiel a él mismo.
Por Claudia Guggiana Sanchez 19 de septiembre de 2020
Cuando en nuestra vida cotidiana dejamos de ser nosotros mismos, aunque sea en una situación sin importancia, en realidad, estamos postergándonos, estamos traicionándonos, estamos dejándonos de dar y estamos quitando a los demás y al universo. Esa parte que no se expresa ahí fuera, es una oportunidad muy grande y liberadora que pone en marcha unos engranajes más profundos y valiosos de lo que imaginamos. En la medida en que no plasmamos en la experiencia esa parte de nosotros, de algún modo, nos estamos robando y robando al otro y a la vida. No somos dueños de nuestra energía, somos meros administradores de la misma para el bien propio y el de los demás. No sabemos las implicaciones grandiosas que nuestra presencia posee en el esquema vital propio y del otro, con el cual nos relacionamos; pero no nos corresponde juzgarlo y será muy difícil, desde la óptica mental, medirlo. Creemos erróneamente que eso que postergamos no es importante y que casi no se notará, pero existe dentro de cada uno, una cuenta que va sumando o restando. En la medida en que damos adecuadamente sumará y en la medida en que no demos adecuadamente, restará. Eso que resta, ¿en qué se traduce? No sentiremos perdidos, solos, faltos de estímulo, cansados e incluso no alcanzaremos objetivos que estaban disponibles, porque si quitamos a la vida y a los demás, la vida también nos quita. Por lo tanto, seamos conscientes de la importancia de SER testimonio fidedigno y claro de lo que llevamos dentro. No nos posterguemos a la primera de cambio. Demos al otro, a la vida y al universo lo que nos toca dar. Testimoniémonos por entero cuando nos toca. Es el único modo de vivir en armonía.
Por Claudia Guggiana Sanchez 2 de agosto de 2020
A menudo me encuentro con personas que me preguntan, ¿qué es el miedo a perder? Yo les respondo: simplemente no querer entregarse a la experiencia, a la vida. ¿Por qué siempre queremos ganar? Porque con ello creemos que seremos felices. Querer ganar nos conduce a retener y para ello necesitamos dirigir la vida desde la voluntad, haciendo nuestro parecer con nosotros y con los demás. En ese sentido, los demás, se convierten en piezas de nuestro propio juego. Cuando jugamos al juego de ganar o perder, en ese instante, procuraremos controlar a los demás, a nuestra vida y a nosotros mismos nos pondremos en una cárcel de la que después será muy difícil salir. ¿Por qué nos asusta la libertad? Porque deseamos ganar ¿Que? Muchas veces, ni siquiera lo sabemos Simplemente, no nos entregamos, no SOMOS Dar es SER (uno mismo) y en esa medida nos desprendemos del control y de la mente, del juego de ganar o perder para, simplemente, aprender. En ese aprendizaje hay amor, hay luz, dejamos que la llama de la vida entre y nos proponga el paso siguiente. Vivir desde esa perspectiva es difícil en un mundo donde nadie quiere mostrarse tal cual es, en el que la vida, permanentemente, es un juego a escondidas donde, por no querer perder, ( a veces no sabemos qué) no damos nada, no dejamos ver nada más que lo justo para continuar en ese mismo juego de ganar o perder. ¡Qué pobre está el ser humano actual viviendo de este modo y qué pocos resultados gratificantes obtiene a la larga! Porque todo lo que hacemos a otros nos lo hacemos a nosotros. SI NO SOY, ES DECIR NO DOY, NO ME DOY. Cuando pasa el tiempo, miramos hacia atrás nuestra vida y estamos llenos de sinsabores o miedos, algunos nos hemos de preguntar ¿qué ha ocurrido? Y es entonces cuando, tal vez, tendremos la oportunidad de cambiar de estado, de cambiar la visión por una donde la generosidad, que implica simplemente mostrarnos, toma la primera posición para dejar de intentar ganar o controlar y entregarnos con amor y confianza a la experiencia de SER. SOLO GANA EN VERDAD QUIEN LOGRA SER. Y en este caso, no es un juego mental, es mucho más simple, es SER VERDAD, que es actuar según siente nuestro CORAZÓN SINCERO. NO ES MÁS FELIZ QUIEN MÁS TIENE SINO QUIEN MÁS DA Me encuentro con personas que me dicen: ̶ No tengo nada para Dar Y yo les respondo: ̶ ¿ Y tu verdad? ¿Y tú como persona? Puedes escuchar a alguien que lo necesita, puedes dar tu opinión sincera, puedes dar tu tiempo… Hay tantos “puedes” en un instante, en la vida de cada uno, que son infinitas las posibilidades o puentes que podemos tender hacia el mundo. Somos ricos, estamos llenos, solo es cuestión de que nos llenemos de fuerza y expresemos.
Por Claudia Guggiana Sanchez 22 de julio de 2020
Hoy día, no se habla de profundidades, no está de moda, parece que hemos de ocultarnos y avergonzarnos, parece que no hemos de tener sentimientos, solo razones. Prima la necesidad de estabilidad, cuando la realidad es inestable; prima la necesidad de paz, cuando en realidad el ser humano está lleno de guerras internas. Es una falacia pensar que, en medio de este tumulto, podemos solucionar las cosas desde una perspectiva de generalidad, de globalidad. No se puede conocer el alcance real del problema del mundo, pero sí podemos conocer el alcance real de nuestros problemas, de nuestras oscuridades. Haciendo claridad dentro de cada uno, podremos construir en verdad claridad en el exterior. Todo cambio trae consigo confusión, pero a veces allí radica la clave. Solo construyendo en la verdad podremos continuar; si seguimos construyendo sobre falacia y mentira, la mentira se perpetuará y los movimientos para que la verdad aflore, serán cada vez más profundos y cada vez más radicales. Hemos de conciliarnos con nosotros en primer lugar, para poder comprender el sentido de la conciliación global. Todo está dentro de cada uno. La verdad se halla en lo más profundo. No hemos de olvidarnos de que, ante todo, somos individuos.
Por Claudia Guggiana Sanchez 19 de abril de 2020
"Los cambios nos traen regalos. Los cambios nos anuncian algo que hemos de descubrir. Los cambios nos abren a nuevas perspectivas que hemos de aprender a dilucidar su sentido. La vida, con sus cambios permanentes, nos impulsa en la dirección que precisamos; solo hemos de observar y observarnos a través de ellos, pues allí radica la clave de nuestro aprendizaje, de nuestra liberación, de nuestra felicidad al fin. Ella está en nuestra mano, pero no lo sabemos porque no comprendemos cómo leer en su idioma. La felicidad tiene un lenguaje propio. La felicidad está presente permanentemente en nuestra vida, aún en los tiempos más adversos. Sin embargo, su color especial hace que sea muy difícil para nosotros encontrarlo, en nuestra lectura actual de los hechos. Es decir, nuestra psiquis y nuestra cultura no nos han enseñado a leer correctamente las circunstancias, y parece que todo es repetitivo, y parece que todo siempre ha de estar igual, y parece que las circunstancias nos son adversas. No existe tal adversidad; solo existe en nosotros un deseo de permanencia erróneo, en un lugar inhóspito que no comprendemos su sentido real... " Claudia Guggiana. Ejercicios para el reencuentro. 2013 Eternity Ediciones.
Por Claudia Guggiana Sanchez 2 de abril de 2020
Cuando percibimos que algo nos falta, deseamos obtenerlo. Siempre que nos situamos en el campo de la necesidad , tarde o temprano concluiremos en el desequilibrio . Es preciso situarse en la observación de TODO EL PROCESO QUE NOS CONDUCE A PENSAR QUE ALGO NOS FALTA. ESTO QUE NOS FALTA SE LLAMA "entendimiento profundo" . Hemos de ARMAR NUESTRO ROMPECABEZAS UTILIZANDO LAS PIEZAS CLAVE DE NUESTRO PANORAMA VITAL: personas, acontecimientos, todo lo que nos duele, nos molesta, nos perjudica, nos confunde, no nos hace felices. Intentemos situarnos dentro de ese campo. ¿Dónde estamos nosotros? Cuando lo veamos, podremos comenzar a percibir aspectos, situaciones, palabras, gestos que, en realidad, están conformando ese entramado en el que estamos situados. En ese hallazgo hay perfección, nada falta, nada sobra. La lucha de opuestos siempre está presente en la mente . Cuando ella calla, podemos emprender el camino de retorno. Nada es lo que parece . Claudia Guggiana. Juego del autoconocimiento. Eternity Ediciones 2017
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