Ocupamos nuestro tiempo en sembrar para después recoger, pero cuando nuestra vida no sigue los cauces esperados, corremos a solventar lo que consideramos problema, lo que no estaba en nuestros planes y no nos gusta.
Existe en nosotros una constante búsqueda de satisfacción y una necesidad de borrar todo aquello que no forma parte de nuestros objetivos, en un intento permanente por instaurar un paraíso terreno en el que solo cabe lo bueno, lo que consideramos bueno.
Sin embargo, más allá existe un terreno sin explorar, es decir aquello que esperamos o pretendemos desechar, también contiene información importante que es preciso conocer para incorporarla a nuestro proyecto de vida.
Nuestro cometido no es desterrar sino comprender.