Las claves para comprender tu vida siempre están dentro de ti. Observa tus tendencias, hacia dónde quieres ir, qué quieres hacer, ese es el primer eslabón en la cadena de apreciaciones.
Cuando desees acomodarte en la vida, has de observar si lo que tienes enfrente concuerda con tu corazón sincero. Si no concuerda, esa no es tu salida. Has de meditar y encontrar un punto de confluencia entre tu yo y tu existencia exterior, de tal modo que siempre exista esa concordancia.
En realidad, el acuerdo proviene de ti mismo. Tú has de hallar acuerdo en tu interior. Tú eres el que ha de estar conforme consigo mismo. Tú eres tu medidor; nadie más lo puede hacer por ti. En la medida en que te sientas incómodo, eso está denotando que no encuentras una dirección definida dentro de ti, que tu visión no es la acertada, que tu situación no es lo que deseas. ¿Y cómo podemos hacer para que exista dicha concordancia?
Hemos de mirar nuestras pautas de comportamiento de nuevo. ¿Concuerdan con nuestro sentir real?
Si no es así, ese es el punto discordante. Si es así, si lo que está fuera concuerda con nuestro sentir real, aunque no nos guste, esa es la situación sobre la que hemos de asentarnos.
Ninguna situación es definitiva. Todas van conformando el rompecabezas vital de tu existencia, por ello no has de desesperar. Has de partir de la aceptación de tus actos.
Siempre que no aceptes estarás de nuevo en la cuerda floja. La aceptación no es una cuestión mental o voluntaria, es fruto de nuevo, del acuerdo entre tu yo real, el corazón y eso que estás viviendo. Si no existe ese acuerdo, es preciso que reveas posturas.